Una de las cosas más divertidas de las que hago en mis proyectos es el análisis de los sistemas de información de mis clientes: el uso que les dan, quien puede o no puede hacer determinadas cosas, el orden, lo que se queda fuera y se lleva por excel, a quién le gusta y a quién no, etc.
Y es divertido porque en ese escarbar encuentras siempre tanto las miserias como las glorias de cómo trabajan… Y es que al final, en los sistemas de información de gestión de las empresas, acaban cayendo todas sus malas prácticas… y las buenas también.
¿Cuántas veces encuentras ingeniosas chapuzas, ingeniosas pero chapuzas, para poder saltarse una limitación del sistema o peor, una limitación del proceso o de la organización?
¿O esos work-around’s del integrador que implantó el sistema, que salvan un charco para, charco a charco, acabar construyendo un cenagal?
Y es que un sistema de información de gestión acaba siendo el sumidero de lo malo y el crisol de lo bueno de las empresas, reflejando los problemas y sus virtudes.
Casi como un arqueólogo, indago y voy descubriendo capas, que como marcadores, revelan si un proceso tiene problemas, si la empresa dispone de una ventaja competitiva…
Lo dicho, realmente divertido. Sobre todo si luego hay que sustituir el sistema en cuestión… pero esa es otra historia…y es que hay arqueólogos y arqueólogos 🙂